Read A Mummy in Her Backpack / Una momia en su mochila Online
Authors: James Luna
Rafa asintió.
Flor le preguntó â¿Cómo te metiste?
âPues, mira âempezó Rafaâ. Es asÃ. âRafa cruzó los brazos, agachó la cabeza y se metió en la mochilaâ. ¿Ves? âle dijo desde adentroâ. Quepo perfectamente. Hay mucho espacio aquà adentro.
âNo me refiero a eso âdijo Flor.
Rafa se paró otra vez. â¿Entonces?
De repente, un niño salió corriendo de un salón para ir al baño. Lupita tomó a Flor por el brazo y dijo âFlor, ¡más vale que regresemos al salón antes de que alguien nos vea!
âAy, sà âdijo Florâ. Rafa, ¿qué vamos a hacer contigo?
âBásicamente, me puedo quedar en tu mochila. No te daré problemas. Te lo prometo âle aseguró Rafa.
âNo sé âdijo Flor.
Lupita interrumpió âSÃ, Rafa. Métete. Tenemos que regresar al salón antes de que la señorita King mande a alguien a buscarnos.
Rafa se estaba metiendo en la mochila de Flor cuando ésta recordó la razón por la que habÃan salido.
âOye, Rafa, ¡necesito mi tarea!
â¡Ay, sÃ! âdijo Rafa.
Las niñas escucharon que crujÃan unas hojas y finalmente vieron que la mano de Rafa sacó unas hojas arrugadas.
â¡Rafa, me arrugaste la tarea! âregañó Flor.
â¡Fúchila! ¡Huele raro también! âdijo Lupita.
âDiscúlpame, linda âdijo Rafaâ, probable-mente me senté sobre ella. Además, revisé las matemáticas, y todo parece correcto si las tablas de multiplicar son las mismas que se usaban hace ciento veinte años.
Flor cerró el zÃper de la mochila, y las niñas regresaron al salón. TÃmidamente, Flor le entregó la tarea a la señorita King. La maestra las miró y dijo âFlor, ¿qué le pasó a tu tarea?
âEs una larga historia, Señorita King âdijo Florâ. Y aún no sé el final âagregó al regresar a su asiento.
Antes de que la maestra pudiera decir algo, Lorenzo gritó â¡Ay! Señorita King, ¡Sandra me picó con el lápiz! âLa señorita King se llevó la tarea de Flor y atravesó el salón para encargarse del problema.
Mientras Flor regresaba a su asiento, observó a cada niño, esperaba que ninguno se diera cuenta de que su mochila colgaba demasiado por el peso.
Cuando llegó el receso, Flor y Lupita pidieron permiso para quedarse adentro del salón. La señorita King les dijo que tenÃa guardia en el patio, pero que si se portaban bien, se podrÃan quedar solas en el salón. Sandra también pidió permiso para quedarse.
âLa última vez que te dejé quedarte, encontré un desastre en mi escritorio âdijo la maestra.
â¡No fui yo! âdijo Sandra en protesta.
âSal con tus compañeros, por favor âdijo la señorita King.
El resto de la clase salió rápidamente y en cuanto salió el último niño del salón, Flor dijo â¡Rafa! Ya puedes salir y estirarte hasta que suene el timbre.
âGracias âsusurró Rafa. Esta vez saltó de la mochila. Cuando ya estaba afuera miró alrededor del salón con los ojos bien abiertos y secosâ. ¡Caray! âgritóâ. ¡Este lugar es algo especial! Tiene más cosas que el museo.
â¡No hables tan fuerte! âlo regañó Florâ. Alguien te puede escuchar. Además, no nos has dicho por qué te escondiste en mi mochila.
âBueno, básicamente âdijo Rafaâ desde que era niño, querÃa ver cómo eran los Estados Unidos. Nunca tuve la oportunidad. He estado en el museo por casi treinta años. Desde la vitrina veo que llega gente de Texas, Florida, Nueva York y California. Aprendà inglés de las conversaciones. El escuchar a todos los turistas me hizo desear venir para acá aún más que cuando estaba vivo. Estuve a punto de escaparme un par de veces. VeÃa a la gente con bolsas grandes, señoras con unas bolsotas. Las dejaban en el museo, y sabÃa que cabrÃa adentro. Pero después entraba otro grupo, o alguien regresaba por la bolsa, y allà me quedaba atorado con mi plan. Esperé mucho tiempo. SabÃa que tenÃa que tener paciencia, que mi oportunidad estaba a la vuelta de la esquina. Tú pasaste caminando despacito, escondiéndote detrás de las piernas de tu mamá con esa mochila grande y vacÃa, era perfecto. Pusiste la mochila en el piso para levantar a tu hermanito y cuando te saliste del cuarto, me metÃ. Por suerte caminas despacio.
Flor hizo una cara y movió la cabeza. Lupita se rio.
â¿Asà es que vives en un museo? âpreguntó Flor.
âBueno, básicamente, no vivo allÃ. Me tienen en una sala con la momia bebé y la momia tÃmida. âRafa se enderezó y dijo orgullosamenteâ, Soy la momia más antigua del lugar.
â¿Cuándo naciste? âpreguntó Flor.
âEl cuatro de octubre de 1884. âRafa pasó el pie por la alfombra y miró las luces fijamenteâ. ¡Vaya! Siempre me preguntaba cómo serÃa cuando llegara aquÃ, pero ¡jamás pensé que serÃa asÃ! âRafa se movió despacio alrededor del salón, caminaba bien chistoso como si recién se hubiera bajado de un caballo. Mientras caminaba, observaba las paredes, los pupitres y las computadoras.
â¡No lo puedo creer! âdijoâ. En todo el tiempo que pasé en el museo, siempre me pregunté cómo le hacÃan para mantener las luces prendidas. No puedo ver la llama.
Al principio, Flor no entendió. De repente, corrió al interruptor de luz. âMira âle dijo a Rafa. Flor prendió y apagó las lucesâ. Es electricidad, no luz de una llama.
â¡Caramba! âgritó Rafa.
â¡Shhh, no grites! âdijo Lupita. Estaba mirando por la ventana y vio que Sandra corrÃa hacia la señorita King. Lupita la vio decirle algo emocionada y apuntar hacia el salón.
â¡Flor! âgritó Lupitaâ. ¡Creo que Sandra ya vio a Rafa!
â¡Ay, no! âdijo Florâ. ¿Qué vamos a hacer?
âTal vez me puedo esconder en algún lado âdijo Rafaâ. Estuve metido en esa vitrina del museo por tanto tiempo que me podré quedar quieto en cualquier lugar.
âSÃ, pero no te podemos exhibir âdijo Florâ. Tenemos que esconderte.
â¿Qué tal en el gabinete? âdijo Lupita.
âNo. La señorita King saca cosas de allà durante la hora de matemáticas âle dijo Flor.
â¿Y en la cafeterÃa? âdijo Lupita.
â¿Dónde en la cafeterÃa? ârespondió Florâ. Todos los niños de esta escuela pasan por allÃ. Además, no podemos caminar asà como asà por la escuela cuando queramos sin que nadie nos pregunte qué hacemos. ¿Adónde podemos ir que nadie más pueda ir?
Lupita dijo âNo sé, ¡pero apúrate! Tengo que ir al baño.
Flor sonrió â¡Lupita! ¡Eres un genio! ¡Vamos!
Lupita frunció el ceño por un segundo y luego sonrió. â¡Oye, sà soy inteligente! âdijoâ. Pero, ¡espera! Rafa no puede entrar hasta que yo salga.
âYa lo sé âle dijo Flor.
Justo en ese momento Sandra abrió la puerta. La señorita King le habÃa dado las llaves.
â¡Flor! ¡Lupita! âgritóâ. ¡La señorita King quiere verlas! Le dije que estaban hablando con alguien.
Flor no le respondió.
â¡Me la vas a pagar, Sandra! âdijo Lupita.
âNo le hagas caso âdijo Flor. Levantó su mochila y caminó hacia la puerta.
Las dos niñas salieron despacio. Flor fulminó a Sandra con la mirada. Lupita le dio un codazo y Sandra se golpeó con la puerta.
â¡Ay! âgritó Sandra.
â¡Perdón! ¿Te lastimaste? âLupita pretendió disculparse.
Sandra le respondió âNo.
âQué lástima. ¡Para la próxima lo haré mejor! âdijo Lupita, volteando a ver a Sandra. Ãsta estiró la mano para alcanzar una trenza de Lupita, pero no lo logró.
Cuando las niñas llegaron con la señorita King, ella las regañó. âNiñas, Sandra dijo que habÃa alguien más con ustedes en el salón. Si no puedo confiar en ustedes, no las volveré a dejar solas en el salón.
Lupita contestó â¡Sandra está mintiendo! Quiere meternos en problemas porque tiene celos.
Flor habló con más tranquilidad âVaya a ver el salón, Señorita King. No hay nadie ahÃ.
La señorita King caminó al salón seguida por Flor, Lupita y Sandra. Se asomó por la ventana y dijo âNo veo a nadie, Sandra. ¿A quién viste?
âA un niño vestido de vaquero âexplicó Sandra.
La señorita King se rio. â¿Un vaquero? ¡No hay un sólo estudiante en toda la escuela vestido de vaquero!
Lupita exclamóâ¡Ve! ¡Le dije que Sandra miente!
â¡No es cierto! âprotestó Sandra.
â¡Niñas! ¡Niñas! âinterrumpió la señorita King. Volteó hacia Sandraâ. Aquà no hay ningún problema, Sandra. Por favor, no andes inventando cosas.
Flor golpeó suavemente con el codo a Lupita y le preguntó a la maestra âSeñorita King, ¿podemos ir al baño?
âPor supuesto ârespondió.
Las niñas corrieron al baño. Adentro, un grupo de niñas de sexto estaban riendo y platicando. Flor suspiró. âNo podemos sacar a Rafa mientras ellas estén aquÃ.
Flor y Lupita esperaron cerca de la puerta del baño. Cuando dos niños pasaron gritando y jugando a la roña, Lupita tuvo una idea. Corrió al baño y anunció â¡Joey y Robert dijeron que van a golpear a Sammy en la cancha de fútbol!
Todos conocÃan a Joey, Robert y Sammy, y sabÃan de los lÃos en los que se metÃan, asà es que las niñas de sexto salieron corriendo para ver la pelea. Lupita entró al baño y desapareció de la vista de Flor por un rato. Flor escuchó que le bajó al agua, y luego regresó y le hizo una seña de que todo estaba bien.
âEsas niñas van a estar furiosas cuando sepan que las engañaste âdijo Flor.
Lupita se encogió de hombros âNo les dije que estaban peleando. Les dije que habÃan dicho que iban a pelear. Allá ellas si creen todo lo que escuchan.
Ahora Lupita se encogió de hombros. Las niñas entraron a un baño y cerraron la puerta. Flor abrió la mochila para que Rafa saliera. âEspéranos aquà hasta que se acaben las clases. Vendremos por ti entonces âle dijo.
â¡Vaya! âdijo Rafa viendo hacia abajoâ. ¡Mira el pozo! ¿Puedo tomar agua?
â¡No! âgritó Flor, tomándolo del huesudo brazoâ. No es un pozo. Es un inodoro.
â¿Un ino . . . qué? ârepitióâ. ¿Para qué sirve? ¿Qué se hace allÃ?
Lupita se rio. âExplÃcaselo, Flor.
Flor miró a su amiga enojada, y luego volteó hacia Rafa. âVen para acá âdijo, y lo llevó al otro lado del bañoâ. Ãste es el lavamanos. El agua sale por ahÃ. âLe abrió el agua.
â¡Caray! âdijo Rafa moviendo la cabezaâ. Qué maravilla. ¿Pero para que sirve la otra cosa si no es para tomar agua?
Flor empezó âEs para . . . para . . . Es para . . .
Rafa miró a Flor fijamente esperando una respuesta. Sus ojos amarillos y la piel reseca la ponÃan nerviosa, asà es que desvió la mirada hacia el piso. Después sonrió â¡Es un excusado!
â¡Oh! âdijo Rafaâ. ¡Qué lujoso! Asà es que básicamente me quedaré aquà sentado hasta que vuelvan por mÃ. âLuego se sobó la barbillaâ. ¿Y qué hago si entra alguien?
Flor miró a Lupita quien se encogió de hombros. Flor miró alrededor del baño y tuvo una idea.
âToma âle dijo a Lupitaâ. Lleva todas estas toallas de papel y ponlas en el inodoro.
â¡Fúchila! ¡No! âdijo Lupita.
âHazlo âordenó Florâ. Déjalas caer en el agua. ¿Te acuerdas cuando mandaron a Hugo y a Marco a la oficina de la directora el año pasado?
Lupita sonrió â¡Ay, sÃ! âSacó las toallas de papel café y con cuidado las dejó caer en el inodoro. Flor trabajó con más rapidez, sacando toallas de papel, haciéndolas bola y tirándolas en el inodoro. Mientras estaban trabajando sonó el timbre que indicaba el fin del recreoâ. ¡Apúrate, Flor! âdijo Lupitaâ. Nos vamos a meter en problemas. Además, ¿cómo vamos a . . . ?
âNo te preocupes âdijo Florâ. Espérame afuera.
Lupita salió, y Flor le dijo a Rafa âPárate en ese tubo que sale de la pared.
Rafa se paró sobre el tubo y Flor le bajó al agua. Las toallas de papel dieron vuelta y se hundieron en el inodoro por un segundo, después subieron con el agua. El inodoro se estaba desbordando con agua y toallas de papel derramándose sobre el piso.
âPerfecto âdijo Flor, moviendo los pies como si estuviera bailando, para quitarse del agua. Apuntando con el dedo le dijo a Rafa âEspérame aquÃ. Vendré por ti después de la escuela.
Rafa asintió con la cabeza.
Cuando Flor llegó al salón, le dijo a la señorita King âEl baño de las mujeres está inundado otra vez. ¿Puedo ir a avisarle al conserje?
âUstedes dos se están perdiendo los ejercicios de matemáticas âlas regañó la señorita Kingâ. ¿Van a poder aprender lo que estamos haciendo?
Flor miró hacia el pizarrón y la hoja de ejercicios en las manos de la señorita King.
âPara dividir los quebrados tiene que voltear el primer quebrado âdijo Lupita.
âY luego lo multiplicas, ¿verdad? âagregó Flor.
âBien, asà es âdijo la señorita King.
La señorita King les dio permiso para que fueran a buscar al señor GarcÃa, el conserje. Lo encontraron poniendo las mesas en la cafeterÃa.
Flor se le acercó y le dijo âÃste . . . el baño de las niñas está inundado.